Rafael Amor es uno de los exponentes más puros de la juglaría, autor de la canción, “,No me llames extranjero”,, entre otras igualmente bellas y con profundo contenido.
Precedido de una trayectoria llena de coherencia y compromiso, llega, como él dice, “,esquivando las balas dulces del sistema, honores, subvenciones y homenajes”,, sin más pretensiones que obtener el cariño, el respeto del público y de sus mismos compañeros que ven en él, a uno de los más importantes poetas y compositores actuales.
Artistas de talla universal como Mercedes Sosa, Alberto Cortez, Facundo Cabral, Los Sabandeños, José Larralde y otros, han grabado sus temas y lo han considerado un igual.
Con los ojos del exiliado ha mirado una y mil veces los caminos de regreso a su Buenos Aires natal, pero mientras tanto se ha mimetizado con los paisajes que le han tocado trashumar.
Pisó los escenarios más prestigiosos del mundo de habla hispana y los más humildes.
Compartió cartelera con artistas míticos del arte universal como Narciso Yepes, Maya Plicestkaia, Paco Ibáñez y Juan Goytisolo, Alfredo kraus, el mismo Cortéz y Mercedes Sosa, y luego cantó en fondas y “,borracherías”, junto a otros artistas en “,sobrevivir”,, como él mismo cuenta.
No es un humorista, pero frecuenta el humor como pocos.
No tiene la pose ni la pretensión de ser un oráculo, pero lo que dice es profundo y certero.
No necesita bailar para hacer un gran espectáculo -lo aeróbico no es lo suyo- sólo hace bailar las palabras y las intenciones, con eso le basta.
En definitiva, a Astillero llega el más auténtico de los cantores y poetas, comprometido con la poesía, la vida y la gente.
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